Más allá de la talla, compromete el desarrollo del cerebro y el aprendizaje
Según los expertos, la malnutrición debería ser vista como un problema de salud pública
Desde el siglo XX, Costa Rica ha apostado por combatir la desnutrición infantil como una medida en pro del desarrollo social y en contra de los altos índices de pobreza que azotaban la región.
Aunque las estrategias gubernamentales dieron frutos y se generó una disminución sostenida de este indicador, desde hace unos 40 años las autoridades sanitarias debieron cambiar la forma en que observaban y enfrentaban ese fenómeno. En vez de combatir la baja alimentación, la problemática en salud pública ahora se enfoca en el sobrepeso; es decir, lo opuesto a lo que sucedía a principios del siglo pasado.
Sin embargo, más allá del riesgo en la salud que deriva en sobrepeso, riesgo cardiovascular y otros padecimientos, los malos hábitos alimentarios en edades tempranas del desarrollo pueden condicionar su vida a tener serios problemas socioeconómicos.
Yumaira Chacón, experta en el comportamiento nutricional de la región durante más de 16 años, explicó a DIARIO EXTRA que los hábitos de alimentación en edades tempranas tienden a comprometer el bienestar psicosocial de las personas, ya que la nutrición influye en el desarrollo del cerebro, aprendizaje y estado de ánimo de los niños.
“Puede tener consecuencias debido a la deficiencia de muchos nutrientes, no solo en el aspecto físico que, por ejemplo, puede tener afectación en la talla. También puede tener consecuencias en cuanto a su formación académica porque ese rendimiento escolar probablemente no sea el esperado, ya que esa parte cognitiva no es la adecuada, entonces esa persona no podrá alcanzar un mejor grado académico y por ende no podrá optar por trabajos”, explicó.
El problema aquí es que estas conductas se convierten en un efecto cíclico porque los padres que muestran un bajo nivel de ingresos llegan a tener las mismas prácticas. Asimismo, también se debe tomar en cuenta que actualmente sale más barato comprar alimentos que carecen de nutrientes o en exceso llegan a ser perjudiciales para la salud, condición conocida como “pobreza nutricional”.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), a nivel mundial 1 de cada 4 niños menores de 5 años vive en situación de pobreza alimentaria infantil grave en sus primeros años de vida, lo que supone 181 millones. También señala que el progreso hacia el fin de este indicador es lento.
SITUACIÓN EN COSTA RICA
Según datos recolectados por la Universidad Nacional (UNA), provenientes del Banco Mundial, existe un aumento de la pobreza alimentaria infantil cercano al 60% en cuestión de 10 años. “Para el 2008 el 5,6% de los niños costarricenses presentaba este problema, pero para el 2018 la cifra había aumentado en un 60%, siendo un 9% de la población infantil afectada, lo que demuestra una situación preocupante”, alertaron.
El Ministerio de Salud refuta esta información al asegurar que actualmente solo el 1,8% de los pequeños en etapa escolar tendría deficiencia alimentaria, según el Censo Escolar Peso-Talla. La mayor prevalencia se habría registrado en las décadas de 1960, 1970 y 1980 hasta 2008, cuando empezó a descender.
Algo que sí reconoce esa cartera es que el 22% de los hogares ha debido reducir la calidad o cantidad de alimentos por razones económicas, afectando negativamente la capacidad del infante de aprender y prosperar en los entornos educativos.
Es posible que estas cifras se hayan multiplicado debido a los embates y crisis derivados de la pandemia de Covid-19. “Es posible que los niveles de nutrición hayan empeorado debido a la pandemia, ya que una de las principales fuentes de alimentación nutritiva de los infantes costarricenses recae en comedores infantiles y el cierre por pandemia pudo disminuir los niveles de nutrición”, advierte la UNA.
Además, el estudio de dicho centro de enseñanza superior resalta que el crecimiento de esta tendencia afectaría todo el sistema de salud pública, puesto que se requiere realizar un abordaje diferente de la problemática, lo que implica costos, estudios y un replanteamiento interinstitucional sobre las políticas gubernamentales en materia de alimentación.
“La malnutrición aguda y crónica puede llegar a limitar el capital humano del país, impactando la productividad y desempeño económico del capital humano a largo plazo, así como el aumento de costos en atención médica y educativa, entre otros problemas sociales para abordar la malnutrición”, añade el informe.
DE LA BAJA ALIMENTACIÓN AL SOBREPESO
Diversos estudios han encendido las alertas en relación con la obesidad al señalar que es un padecimiento recurrente en rápido aumento entre la población costarricense.
Así lo reveló la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que en su informe “Un Vistazo a la Salud 2023” indica que este padecimiento es uno de los principales responsables del deterioro de la salud en Costa Rica. Incluso el estudio expone que en el país más del 31% de personas vive con esta afección, cifra que resulta más alta que el promedio de las naciones que pertenecen a dicho organismo, donde es de apenas el 19%.
Estos datos de la OCDE concuerdan con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la obesidad y su desarrollo en el país con el paso de los años. Según la OMS, en 2060 Costa Rica sería el tercer país del mundo con mayor tasa de obesidad con un 94%, solo por debajo de Samoa (97%) y Omán (95%).
Así mismo, las cifras se corresponden con datos que han revelado la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el Ministerio de Salud respecto a que la obesidad y el sobrepeso están entre las principales causas de muerte.
“Los registros evidenciaron que, durante 2022, la institución autorizó el egreso hospitalario de 343 personas que padecían obesidad, mientras que el año anterior esa cifra alcanzó las 473 personas; es decir, un 38% más”, señala la Caja.
De acuerdo con Chacón, el enfoque de los problemas alimentarios en el sobrepeso tiene su raíz en diversas conductas sociales que ha adoptado la sociedad costarricense en los últimos años como, por ejemplo, el estilo de vida agitado. “Los hábitos saludables, debido a la agitación que se vive en la ciudad o en los trabajos, es decir, el estilo de vida, cambiaron a lo largo de los años, entonces lo que hay que hacer es adaptarse a estos objetivos de vida actuales, pero siempre modificando los hábitos de alimentación.
El hecho que uno salga a trabajar todo el día no significa que entonces uno debe optar por comidas poco saludables. Además creo que a veces la facilidad de acceso a muchos otros productos lleva a las personas a alimentarse de mala manera”, manifestó.
La experta hace un llamado para acabar con los mitos respecto a la alimentación sana porque si bien es cierto a veces sale más barato comprar comidas rápidas y otros productos altos en grasas, llevar un estilo de vida saludable y una dieta balanceada no tiene que ser sinónimo de altos costos.
REGLAS DE ORO
Acudir con un profesional de la salud porque es importante evaluar el crecimiento de la talla y el peso.
Alimentación individualizada. No seguir recomendaciones de redes sociales, sino las de un profesional especializado.
Identificar las señales de alerta sobre malnutrición infantil como cambios en peso y estatura, cambios de ánimo y cambios en hábitos alimentarios (que ya no quiera comer).
Forjar una cultura alimentaria saludable, vista desde la alimentación y los buenos hábitos, hacer ejercicio y evitar el sedentarismo
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