Los "incendios zombi" son incendios forestales que pueden persistir bajo tierra durante meses, ardiendo como focos de fuego latentes incluso durante el invierno. Estos incendios son difíciles de detectar debido a que no producen llamas visibles, sino que se identifican por las nubes de humo que emergen del suelo.
Estos incendios suelen ocurrir en regiones de climas fríos del hemisferio norte, como Canadá, Alaska, el norte de Europa y Siberia, donde el suelo está cubierto por una densa capa de materia vegetal altamente inflamable, como agujas de pino y restos de plantas. Además, en estas áreas suele haber suelos de turba, que son altamente inflamables. Cuando se produce un incendio en estos bosques boreales, el fuego puede penetrar en el suelo y persistir allí durante meses.
El cambio climático ha exacerbado la frecuencia e intensidad de estos incendios zombi. Los períodos más cálidos y secos aumentan el riesgo de incendios forestales en primavera y verano, y también contribuyen a la persistencia de los incendios latentes bajo tierra. Los incendios zombi liberan gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, contribuyendo así al cambio climático.
Los incendios zombi pueden afectar significativamente la temporada de incendios forestales, ya que pueden reavivarse fácilmente en primavera cuando las hojas secas y las agujas vuelven a acumularse en el suelo del bosque. Esto puede provocar el inicio temprano de la temporada de incendios forestales, aumentando el riesgo de incendios en áreas donde persisten los incendios zombi.
Dado que estos incendios son difíciles de extinguir con métodos convencionales, como el agua, es importante estar preparado para abordarlos de manera efectiva y tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de incendios forestales en estas áreas vulnerables.
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