En una escalada alarmante de actividad volcánica, el Volcán Poás ha sacudido las tranquilas localidades circundantes con una erupción repentina, expulsando ceniza y emitiendo un fuerte olor a azufre que ha sembrado el temor entre los residentes y turistas por igual.
En las últimas 24 horas, el macizo ha mostrado un aumento significativo en su actividad, desatando una serie de eventos que han afectado gravemente a comunidades cercanas como Grecia, Poás, Sabana Redonda, Sabanilla, Sarchí y Naranjo. La nubosidad de ceniza y el penetrante olor a azufre han invadido el paisaje, alterando la vida cotidiana de aquellos que habitan en estas zonas.
La gravedad de la situación ha llevado a las autoridades a tomar medidas drásticas para proteger la seguridad y el bienestar de la población. El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) han optado por cerrar el Parque Nacional, una medida necesaria para evitar posibles riesgos para la salud de los turistas y los guardaparques.
El cierre se mantendrá hasta el jueves, en espera de que las condiciones mejoren y se reduzca la intensidad de los gases. Sin embargo, la incertidumbre persiste, ya que la intensidad de los gases es cuatro veces mayor que durante el inicio del ciclo eruptivo en diciembre de 2023, lo que plantea desafíos adicionales para las autoridades y residentes que luchan por hacer frente a esta crisis.
En un momento de preocupación y ansiedad, la comunidad espera con cautela el levantamiento de las restricciones, mientras se prepara para enfrentar las posibles repercusiones de este fenómeno natural en curso.
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